Llegábamos a su mesa para ver al jugador vasco inmiscuido en una mano con un stack que no le permitía demasiadas florituras.

Ori abría a 4.000 con ciegas 1.000/2.000 y solo un rival le hacía call con posición. El flop traía y, tras pensar unos segundos, el jugador de Vitoria lanzaba una apuesta de continuación que su rival pagaba al instante antes de que el dealer descubriese un en el turn.

Oriol no pensaba demasiado y, tras recontar sus fichas, se movía all in por los que parecían unos 40.000 puntos.

Su rival se tomó un tiempo para pensar y, después de hacer tres o cuatro amagos de hacer call, decidía rendir su mano para dejar que Oriol se llevase el bote.