He llegado muy al final de un choque entre Martin Führer y Erich Kollmann. Se trataba de un bote bastante grande, de unos 55.000, pero parecía una batalla entre ciegas porque Kollmann tenía apostando contra Führer y en necesidad de mucha suerte.
No se en qué momento se apostó, pero la mano de Kollmann no mejoró con las cartas que salieron: . Su vecino se quedó con el bote.