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Libros de Poker - "La Vida Es Una Apuesta" por Roy Brindley

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"El póquer ha sido mi salvación", declara Roy Brindley en el capítulo inicial de su nueva autobiografía titulada La Vida Es Una Apuesta: Altos Riesgos y Bajas Vivencias De Un Profesional del Póquer ("Life's a Gamble: The High Stakes and Low Life of a Poker Professional").

Tras años de apuestas compulsivas y juego autodestructivo — una búsqueda que declara como una "droga adictiva" y una "enfermiza dolencia"—Brindley nos cuenta como finalmente encontró en el póquer de torneo el éxito prematuro que le ayudó a alcanzar estabilidad y enfoque a su vida. El resultado, una crónica de buena manufactura que relata "el ascenso y caída" de Brindley; páginas que se leen de un tirón con mutuo interés por los tumultuosos episodios que narran el cuento Brindley, así como las reflexiones del autor sobre el mundo del póquer y las apuestas en general.

Roy Brindley "the Boy"

Nacido en Southhampton, Inglaterra y ahora residente en Irlanda, a Roy "the Boy" Brindley se le reconoce mas en la audiencia europea, ya que algunos de sus triunfos precoces fueron los eventos transmitidos por la televisión al coronarse subcampeón de la Copa Mundial de Póquer Heads Up del 2002 en Viena y del Poker Million (Los Masters) en el 2003. También su labor reciente como comentarista y periodista en varios medios le hacen un nombre reconocido en el Reino Unido y el resto de Europa. Los estadounidenses talvez le recuerden por su paso en aquel torneo de corta vida llamado Professional Poker Tour, en particular su aparición en la mesa televisada del debut de la competición en la sala del casino Foxwoods en Connecticut. Brindley ha amasado hasta la fecha una suma por encima de $850,000 de ganancias en torneos, incluyendo el botín en tres Series Mundiales de Póquer y una multitud mas en Europa.

La Vida Es Una Apuesta inicia citando una de las victorias mas presentables de Brindley, su conquista en el Master Europeo de Póquer Betfair.com. Luego rememora el pasado para narrar el camino y circuitos que le llevaron finalmente a esa mesa en los Riverside Studios en Hammersmith, este de Londres. Desde el inicio, se deja claro que jugar siempre ha sido una parte central en la existencia de Brindley.

Una familia devota a las apuestas

Casi todos los miembros de la familia Brindley son descritos como devotos a las apuestas en varios rangos y categorías, pero especialmente en la competición de carreras con caballos y perros. Sus memorias mas preciadas se inclinan en relatar tanto historias de otros apostando; como el día en que su abuelo "ganó suficiente como para comprar una fila de casas" al apostar en caballos, o sus propias empresas con el juego, incluyendo un sorprendente gran éxito a los 11 años al fijar sus intereses en el galgo de su padre. Mientras su perro se acercaba a la línea final, Brindley nos cuenta sobre el "subidón de adrenalina…cuando un veneno y su antídoto respectivo siendo inyectados directamente al corazón de manera simultánea", y como a partir de ese momento supo que su único deseo en la vida era apostar.

El consiguiente giro hacia la degeneración también la encontramos como era de esperar. Igualmente , si las vivencias de Brindley no se pueden comparar con las de un Stu Ungar con respecto a la profundidad de su desasosiego con tintes de Dostoyevski, es sin embargo como Jesé May denota en su prólogo: "una explosiva y desnuda historia de lo que es ser un apostador". Todos las premios son temporales para un Brindley que encuentra imposible dejar de frecuentar la sala de apuestas donde acostumbra ir y se perfila como un apostador taza, ya que así denomina a un jugador que no puede hacer mas que seguir arriesgando hasta que todo está perdido. El decadente espiral es apenas reducido en su camino personal por su profesión como entrenador de un equipo de canes de carrera, llegando a su punto mas bajo con momentos de ser una persona sin techo y agraviado por problemas legales.

Viajes en el circuito profesional de poker

El punto en el que da un gira el libro de Brindley ocurre en gran parte por la oportunidad de mostrar ambos documentales sobre las WSOP y la película Rounders. Brindley menciona sus visitas frecuentes al Jackport Card Club en Dublín, donde pudo probar su primer éxito en el póquer, descubriendo en si mismo tanto una habilidad y predilección para el juego que hizo que de pronto figuraras en los Jackpot Tournaments; para finales del 2002 se encuentra ya jugando y teniendo éxito en el circuito profesional.

La segunda mitad del libro se concentra en narrar lo variopinto de sus viajes en el circuito profesional y debido a que su carrera despegó un período de tiempo luego del boom mediático del "World Poker Tour/Chris Moneymaker/On-Line Poker", termina aportando por su cuenta comentarios sobre el destacable crecimiento del póquer en estos años recientes, con observaciones útilmente apoyadas en su propia experiencia en el póquer on-line, patrocinios y la prensa del mundo del póquer.

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Desde las primeras páginas, Brindley aparece interesado en argumentar sobre cómo el jugar al póquer es fundamentalmente diferente a lo que ocurre en las salas de apuestas, exclamando al inicio "un torneo de póquer no trata sobre apostar". Evidentemente, este tipo de afirmaciones conmueven al lector a enterarse de cómo el póquer fue la salvación de la vida disoluta del autor, de un jugador perdido que lo necesitaba como un antídoto a la "enfermedad de apostar" que él sufre.

Apostar a caballos y apostar a una mano de hold'em

Claramente, los episodios de Brindley sobre malos pasos y victorias incitadas por alcohol pueden dejar la impresión que el póquer no requiere suerte alguna, argumento que observo bastante comprometido. Aún así, la diferencia entre apostar a caballos y apostar a una mano de hold'em está claramente señalada con la siguiente declaración: "una de ellas estaba totalmente fuera de mi control, pero en un juego de póquer mi destino está en mis manos". Talvez no se disfrute de un control total en la mesa de póquer pero relativamente hablando, pero definitivamente se tiene mas voz y voto sobre el destino que el que genéricamente en una carrera. Mas que nada, La Vida Es Una Apuesta es la historia de la lucha de un hombre por influenciar su propio destino, un conflicto que se complica mas de lo que podríamos esperar por la extraña mezcla de inseguridad y confianza del autor.

Brindley es de alguna forma un personaje provocativo en el mundo del póquer, una vez descrito por el compatriota inglés y profesional del póquer Barny Boatman como alguien que "habla un mejor juego que el de (los charlatanes ingleses y profesionales del póquer) Trumper y Hellmuth combinados". Esta visión de Brindley no cambiará por La Vida Es Una Apuesta, un libro que saca a relucir pocos momentos candentes en relación con los conflictos en el circuito profesional del autor. Además, también prescinde de promover la postura relativa de otros competidores con quien se ha enfrentado.

Sin embargo Brindley no es del todo tímido al vender su propio talento, al igual que su narrativa a menudo demuestra un candor al momento de confesar los muchos puntos bajos del creador de este obra. Es un retrato convincente y complicado con muchos atributos por el cual recomendar, especialmente por aquellos con interés en el póquer y/o las apuestas.

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