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Jugador de póquer: Billy Baxter

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Jugador de póquer: Billy Baxter 0001

Si Billy Baxter no fuera tan bueno en todo lo demás a lo que se dedica (jugar al gin, hacer apuestas deportivas y ser mánager de varios boxeadores, por mencionar algunas), su poderío en las mesas de póquer sería sin duda mucho más conocido. En el transcurso de sus 34 años de carrera profesional como jugador de póquer ha ganado millones de dólares y siete brazaletes de los campeonatos mundiales de póquer, lo que le coloca en el sexto puesto del ránking de todos los tiempos y aun así no es un nombre conocido ni mucho menos. Buena parte de su anonimato proviene seguramente de su personalidad sencilla. Como una vez dijo Doyle Brunson: "Te dedica una sonrisa de granjero y te habla con ese acento de chico de Georgia, te hace reír y te lo estás pasando bien y de repente, te das cuenta de que se ha quedado con tu dinero."

Un chico de campo

Baxter nació y se crió en Augusta, Georgia y comenzó a apostar con tan solo 14 años de edad, timando a hombres adultos en los salones de billar cuando se suponía que estaba buscando nuevos clientes para la compañía de seguros de su madre. Cuando tenía 16 años había ahorrado más de 5.000$ y era lo suficientemente bueno para jugar contra Willie Mosconi en una partida de exhibición. Sin embargo, él sabía que en el billar no había futuro porque se manejaba poco dinero. De todas formas, todo el tiempo que pasó en los salones de billar le resultó muy útil a la larga, porque fue ahí donde descubrió el juego que acabaría teniendo el mayor impacto en su vida, el póquer.

Para tener a su madre tranquila fue al Augusta College, pero terminó dejándolo tras un año y medio. El año siguiente probó suerte vendiendo enciclopedias de puerta en puerta pero, aunque se le daba bien, no le motivaba. Lo dejó y se puso a apostar a tiempo completo y acertó de pleno. En el primer año de su nueva profesión ganó más de 40.000$. Nada poco para un chico de 22 años.

De un casino ilegal a Las Vegas

Baxter empleó sus ganancias para comprar un casino ilegal llamado el Paisley Club, pero la policía le obligó a cerrarlo. Sin desanimarse, abrió otro casino en las afueras de la ciudad que fue muy popular durante el torneo Masters de golf. Demasiado popular, de hecho. A mitad del campeonato de 1975, la Oficina de Investigación de Georgia hizo una redada en el local y arrestó a Baxter. Pasó nueve meses en el Instituto Correccional del Condado de Richmond, donde pasaba el tiempo jugando a póquer con un límite de 1 dólar.

Tan pronto como salió, él y su mujer Julie se mudaron al único lugar en el que podía dedicarse a su negocio de manera legal, Las Vegas. Durante sus primeros nueve meses en la ciudad, se alojaron en la suite Cary Grant del Hotel Dunes por cortesía de Sid Wyman, uno de los dueños. Baxter llegó a Las Vegas justo a tiempo para aprovecharse de algunos de los mayores 'peces' de la historia del póquer, como Jimmy Chagra y Major Riddle. El mismo dijo: "Era el paraíso. A veces los botes eran de un millón de dólares y había muchos dueños de grandes hoteles y casinos que adoraban jugar, pero no lo hacían muy bien... gané tanto dinero que me siento culpable por ello."

Su juego favorito: el Deuce-to-Seven

Baxter tuvo el mismo éxito en los torneos como en las partidas por dinero. Consiguió su primer brazalete de oro en el evento Deuce-to-seven Draw de 1.000$ en las Series Mundiales de Póquer de 1975 y luego sumó otros seis, todos ellos jugando al mismo estilo de póquer. De hecho, se le considera uno de los mejores jugadores de deuce-to-seven de todos los tiempos.

Esta mano ilustra perfectamente su habilidad en ese tipo de póquer. Jugando a deuce-to-seven contra Baxter, Doyle Brunson tenía 3-4-5-6-8, una mano fuerte a la que solo pueden derrotar unas pocas. Había solamente 20.000$ en el bote, pero Baxter y Brunson tenían aparte una apuesta privada acerca de quién ganaría esa mano en particular. Brunson pensó que llevaba ventaja y abrió las apuestas. Baxter subió inmediatamente 50.000$. Brunson lo pensó a fondo y decidió que Baxter debía tener 7-6 con un dos y se retiró. Sin embargo, otro jugador igualó y obligó a Baxter a mostrar su farol.

"¿Cómo demonios puedes apostar hasta echarme de una mano así con cuatro doses? preguntó Brunson.

"Bueno..." sonrió Baxter, "...sabía que tú no tenías ninguno."

Un juicio histórico

Una de las cosas por las que más se conoce a Baxter es por respaldar a Stu Ungar en el evento principal de las series mundiales de 1997 cuando nadie daba un duro por Ungar. Fue una apuesta que le dio grandes beneficios porque Ungar ganó y Baxter se embolsó medio millón de dólares. Otra anécdota por la que no se le conoce, aunque debería ser así, es su histórica batalla legal contra el fisco estadounidense. Baxter argüía que los 1.2 millones de dólares que había ganado con las apuestas entre 1978 y 1981 eran réditos laborales mientras que el fisco creía que se trataba de ingresos no laborables a los cabía aplicar por tanto el máximo de impuestos, un 70%. En el caso William E. Baxter Jr. Contra los Estados Unidos de América, Baxter cuestionó el derecho del gobierno a aplicar esa tasa de impuestos y tras años de apelaciones, finalmente ganó el caso en 1986. Su lucha de un sólo hombre consiguió legitimar 'de facto' el juego del póquer, permitiendo que los jugadores profesionales declaren los ingresos, deduzcan gastos y pérdidas y creen fondos de pensiones.

Este logro y mucho otros hicieron que Baxter fuera incluído en el Salón de la Fama del Póquer en 2006. Hoy vive en una elegante mansión en una de las partes más de moda en Las Vegas, con su mujer e hijos. Sin embargo, el viejo apostador no siempre se porta bien. Hace unos años estaba jugando una partida por dinero un 19 de febrero y telefoneó a su mujer para decirle que llegaría "algo tarde" a su fiesta de cumpleaños, que se celebraba esa misma noche. Baxter se enredó en la partida y no llegó a casa hasta el día 21 por la mañana. Cualquier otro hombre habría sido desterrado a la caseta del perro pero Baxter salió del apuro con su sonrisa de chico bueno y un poco de imaginación. Según sus propias palabras: "Aunque llegué dos días tarde a la fiesta de cumpleaños de Julie, llegué justo a tiempo para nuestro aniversario, que es el día 22 de febrero."

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