Psicología del Poker: Extroversión
Todos hemos oído hablar de los rasgos de la personalidad y normalmente los asociamos a dominante o tímido, débil o amargado, feliz o triste. Pero la teoría de los rasgos de la personalidad es algo más compleja y no es sorprendente que haya algunas correlaciones importantes entre los rasgos de la personalidad y jugar bien al póquer. Esto nos lleva a lo que me gusta llamar "rasgos de póquer".
Lo que hace a una persona buena y equilibrada, incluso popular, no es necesariamente lo que hace a un buen jugador de póker. Y como en tantos otros aspectos de nuestras vidas, podemos cambiar algunas cosas, otras sin embargo no. Echemos un vistazo a la psicología que ha desarrollado a lo largo de muchos años la llamada la teoría de los rasgos y veamos a cuales de nuestros rasgos de póquer le podemos sacar partido y como tratar con los malos.
Extroversión e introversión
El rasgo de la personalidad más extendido tiene dos caras: extroversión e introversión. A grandes rasgos, tendemos a ser sociables, expresivos y habladores o tímidos, reservados y callados. Como probablemente sabrás, la mayoría de las personas están en un término intermedio en la escala de la extroversión-introversión. Claro, podemos ser más reservados en la mayor parte de situaciones pero una persona introvertida "normal" actuará en algunos contextos como una persona extrovertida. Aunque pienses que ese amigo tuyo que nunca se calla y siempre está en marcha es el perfecto extrovertido, probablemente también tendrá sus momentos de paz y silencio. Generalizando, las personas tienden a actuar ligeramente de una forma o de la otra.
Ahora, centrándonos en la mesa de póker, cualquiera de los rasgos puede resultar positivo para nuestro juego o puede darnos problemas. Primero, poner cara de póker es mucho más fácil para un introvertido. A la persona introvertida, normalmente reservada y callada, le resulta más fácil no demostrar sus emociones en la mesa. La persona extrovertida por otra parte, tiende a hablar y a ser más expresivo por lo que es más fácil que se le escapen cosas. Si eres extrovertido, seguramente hablarás más alto o más rápido cuando tengas una buena mano y podrías desarrollar un tic nervioso en tu voz cuando vayas de farol.
Chris Ferguson, ejemplo de introversión
En la otra cara de la moneda, los introvertidos se excitan y nada les provoca más este sentimiento que al apostar en el flop en una mano monstruosa después de horas de monótonos paso, me voy, paso... Por lo que esconder esta excitación tras una superficie calma y serena puede resultar mucho más difícil a un introvertido. Este quiere saltar de alegría pero tiene que mantener esa cara tranquila y plácida. Es difícil.
El extrovertido por su parte ya es llamativo y hablador pero cuando tiene que pensar largo y tendido sobre una mano, todo el mundo percibirá el cambio. La clave, por supuesto, es combinar tu juego o en este caso, combinar tu imagen en la mesa. También puedes hacer todo lo contrario y usar sólo uno de los dos rasgos. Chris Ferguson es un buen ejemplo del perfecto introvertido en la mesa. Dedica la misma cantidad de tiempo para cada acción, permanece indiferente tras ese sombrero y esas gafas. Nunca sabes lo que Chris está pensando.
Daniel Negreanu, ejemplo de extroversión
Daniel Negreanu es un ejemplo de un extrovertido casi perfecto. Le encanta hablar. Habla cuando está en mitad de una mano, habla cuando se queda fuera y habla entre mano y mano. Habla sobre deportes, sobre películas de Rocky y algunas veces habla incluso de póquer – pero siempre habla. Intenta, sólo intenta, pillar un tell de Daniel.
La clave para este rasgo de la personalidad más común es conocerse a uno mismo. Saber lo que haces de forma natural en una situación de estrés y trabajar para controlar estas reacciones o para decidir mantenerlas siempre, ya sea como un jugador de póquer extrovertido o introvertido.